El juego siempre ha sido un elemento
fundamental para el aprendizaje. Podemos
observar en el reino animal como las crías practican habilidades que luego
utilizarán en la edad adulta. En las
excavaciones arqueológicas han aparecido muñecas articuladas, dados, cerámica y
los niños en la Edad Media jugaban “a las batallas” por mencionar algunos
ejemplos. Los juguetes también han definido los roles correspondientes a cada
sexo marcados por las normas sociales establecidas en cada época. Los tiempos
cambian y el ordenador, tanto como otros dispositivos han transformado nuestra
vida cotidiana y la forma de jugar. Muchos padres aprovechan este interés para
que los niños se beneficien de software educativo que apoye el proceso de
aprendizaje de forma lúdica. ¿En qué medida resultan eficaces? La investigación
es reciente y la respuesta resulta compleja, puesto que influyen muchos
factores. Por una parte, el niño, el juego, y por otra si juega solo o
acompañado de un adulto. Es importante que los contenidos pedagógicos sean
sencillos, fáciles de comprender y adaptados a la edad del usuario sin
descuidar la metodología didáctica. Estos son algunos de los criterios que
sigue el jurado de expertos de La
Sociedad para la Pedagogía y la
Información (GPI) en Alemania a la hora de entregar los diplomas Comenius,
concedidos a nivel europeo desde 1995 a aquellos materiales multimedia con
valor educativo. Este reconocimiento, recuerda a Comenio, filósofo, teólogo y
pedagogo nacido en la actual República Checa a finales del siglo XVI. Giga-Maus
o Tommi también valoran la calidad de estos materiales.
La cuestión es que resulta complicado
para muchos niños definir su propio plan de estudio salvo que estén
especialmente motivados. Otra desventaja es que la mayor parte de ellos están
diseñados para aprender en solitario, cuando parece que se obtienen mejores
resultados al hacerlo en compañía. Tampoco hay que olvidar que aprender supone
un esfuerzo y una elaboración por parte del sujeto, lo que parece quedar a un
lado en estos juegos educativos. Hay padres que también se preguntan si sus
hijos pueden convertirse en adictos al ordenador. En este caso, no parece que
este tipo de juegos produzcan este efecto. Acaban siendo previsibles y tampoco
invitan a jugar de forma intensa. Los niños acaban aburriéndose. De hecho, las ventas han disminuido
considerablemente en los últimos años, tal vez también por aplicaciones que pueden ser descargadas
con más facilidad en tabletas. No obstante, con carácter general los expertos
recomiendan no permanecer jugando más de 45 minutos y ofrecer alternativas. La
realidad virtual nos permite muchas posibilidades, pero no debemos olvidar que
los libros y nuestra propia imaginación nos pueden llevar muy lejos.