miércoles, 25 de febrero de 2015

La última lección de un maestro

Esta semana saltaba a los medios de comunicación una triste carta  publicada en el New York Times. Oliver Sacks consciente de su grave estado de salud se despide sin aspavientos, de forma serena y emotiva. Este londinense de 81 años, profesor de la universidad de Nueva York es uno de los más importantes neurólogos  de nuestra época. Conocido por el gran público por obras como Despertares, llevada al cine en 1990 o su colaboración en Rainman, la oscarizada película interpretada por Dustin Hoffman y Tom Cruise o el ya clásico, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, entre otras, ha sido capaz de acercar al gran público el apasionante funcionamiento de nuestro cerebro, mediante casos sorprendentes. De hecho, en El Hombre que confundió a su mujer… narra su encuentro con un paciente aquejado de Prosopagnosia, trastorno que impide reconocer rostros y que al abandonar la consulta intentó ponerse como sombrero la cabeza de su esposa.

En estas páginas que habitualmente dedicamos a temas relacionados con el aprendizaje, en esta ocasión nos referiremos al Síndrome de Williams. Según Oliver Sacks: “Indudablemente, el Síndrome de Williams proporciona un cuadro típico de cómo determinada dotación genética puede formar la anatomía del cerebro y cómo ésta, a su vez causar especiales fuerzas y debilidades, rasgos de personalidad y quizás también la creatividad”.  Este síndrome fue descrito a mediados del siglo XX y afecta a uno de cada 20000 nacimientos debido a una alteración en el brazo largo del cromosoma 7. Las consecuencias se manifiestan en el desarrollo físico presentando problemas cardiovasculares y en el plano cognitivo con dificultades en el pensamiento abstracto o en las habilidades espaciales. Su inteligencia suele estar situada unos 35 puntos por debajo que el resto de sujetos. Su aspecto físico también resulta llamativo: cabeza pequeña, frente ancha, ojos muy separados, labios gruesos, mentón pequeño, orejas algo puntiagudas. Suelen ser extravertidos, tener buena competencia lingüística, son afectuosos…Sin embargo, debido a que la amígdala (área del cerebro fundamental para las emociones y el temor) no se activa, interpretan todas las expresiones como amigables, lo que puede complicar su interacción social dado que se les escapan ciertos matices en la comunicación. No obstante, lo que más llama la atención de estos sujetos es su gran talento para la música. Muchos de ellos tienen oído absoluto y una gran facilidad para la interpretación.  Es fundamental que reciban un diagnóstico precoz y sean tratados por un equipo multidisciplinar, especialmente durante la etapa escolar.

Casos especiales como estos son los que ha dado a conocer Sacks a lo largo de su vida como divulgador científico. En el tiempo que le queda “quiere profundizar en amistades, viajar y también escribir”…  y añade- “he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso por sí sólo ha sido un enorme privilegio y una aventura”. ¡Para quitarse el sombrero,  Maestro!

lunes, 9 de febrero de 2015

¿Qué hay detrás de las altas capacidades?

Imaginemos por un momento que nos vamos a un aula de finales del siglo XVIII.  El profesor Büttner intenta explicar algo en clase de Aritmética. Los alumnos no prestan atención y están hablando. ¿Fácil verdad? Agotada su paciencia, decide poner un ejercicio extra a modo de castigo: “Sumad de forma consecutiva los números del 1 al 100.”  Mientras algunos se disponen a realizar las operaciones,  un alumno muestra su pizarrín con la respuesta: 5050.   ¿Cómo es posible? El niño explica que si se suma 1+100= 101, 99+2=101 y así sucesivamente resultan 50 parejas. La operación se reduce a multiplicar: 101x50= 5050  Quien dejó boquiabierto a este profesor fue Carl Friedrich Gauss, que posteriormente, fue considerado el Príncipe de las Matemáticas. Le debemos su famosa campana tan utilizada en estadística, entre otras aportaciones. Son muchos los ejemplos que podríamos citar de jóvenes talentos, de los que hablaremos en otra ocasión, pero ahora nos vamos a centrar en qué nos responde la ciencia acerca de lo que hay detrás de esas altas capacidades.

Los neurólogos utilizan diferentes técnicas tales como la Electroencefalografía (EEG), la Tomografía por Resonancia Magnética o de espín nuclear o la Tomografía por Resonancia Magnética funcional (TRM). Parece que los superdotados extraen con más facilidad los datos relevantes del problema para la solución. Su mente se adapta y trabaja de forma flexible aprovechando al máximo la  limitada capacidad de la memoria operativa tardando menos tiempo y con menos esfuerzo que los individuos normales. La investigación apunta a que en períodos de descanso, en cambio, el cerebro del sujeto con altas capacidades, realiza un  mayor trabajo que el del grupo de sujetos del grupo control. En tareas complejas, tanto los lóbulos frontales y temporales trabajan de forma conjunta así como ambos hemisferios. Esto ocurre con mayor intensidad en los superdotados. 


No siempre es una ventaja ser superdotado, ya que estos sujetos también requieren una atención especial para satisfacer sus necesidades educativas  y emocionales a lo largo de su desarrollo. No olvidemos que es la escuela la que debe adaptarse al alumno para que consiga el mejor rendimiento académico. Tengamos presente que una inteligencia normal basta para obtener resultados académicos brillantes gracias a la motivación, al esfuerzo, el trabajo y la constancia.