lunes, 9 de febrero de 2015

¿Qué hay detrás de las altas capacidades?

Imaginemos por un momento que nos vamos a un aula de finales del siglo XVIII.  El profesor Büttner intenta explicar algo en clase de Aritmética. Los alumnos no prestan atención y están hablando. ¿Fácil verdad? Agotada su paciencia, decide poner un ejercicio extra a modo de castigo: “Sumad de forma consecutiva los números del 1 al 100.”  Mientras algunos se disponen a realizar las operaciones,  un alumno muestra su pizarrín con la respuesta: 5050.   ¿Cómo es posible? El niño explica que si se suma 1+100= 101, 99+2=101 y así sucesivamente resultan 50 parejas. La operación se reduce a multiplicar: 101x50= 5050  Quien dejó boquiabierto a este profesor fue Carl Friedrich Gauss, que posteriormente, fue considerado el Príncipe de las Matemáticas. Le debemos su famosa campana tan utilizada en estadística, entre otras aportaciones. Son muchos los ejemplos que podríamos citar de jóvenes talentos, de los que hablaremos en otra ocasión, pero ahora nos vamos a centrar en qué nos responde la ciencia acerca de lo que hay detrás de esas altas capacidades.

Los neurólogos utilizan diferentes técnicas tales como la Electroencefalografía (EEG), la Tomografía por Resonancia Magnética o de espín nuclear o la Tomografía por Resonancia Magnética funcional (TRM). Parece que los superdotados extraen con más facilidad los datos relevantes del problema para la solución. Su mente se adapta y trabaja de forma flexible aprovechando al máximo la  limitada capacidad de la memoria operativa tardando menos tiempo y con menos esfuerzo que los individuos normales. La investigación apunta a que en períodos de descanso, en cambio, el cerebro del sujeto con altas capacidades, realiza un  mayor trabajo que el del grupo de sujetos del grupo control. En tareas complejas, tanto los lóbulos frontales y temporales trabajan de forma conjunta así como ambos hemisferios. Esto ocurre con mayor intensidad en los superdotados. 


No siempre es una ventaja ser superdotado, ya que estos sujetos también requieren una atención especial para satisfacer sus necesidades educativas  y emocionales a lo largo de su desarrollo. No olvidemos que es la escuela la que debe adaptarse al alumno para que consiga el mejor rendimiento académico. Tengamos presente que una inteligencia normal basta para obtener resultados académicos brillantes gracias a la motivación, al esfuerzo, el trabajo y la constancia.

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