martes, 27 de enero de 2015

Aprender jugando


El juego siempre ha sido un elemento fundamental  para el aprendizaje. Podemos observar en el reino animal como las crías practican habilidades que luego utilizarán en la edad adulta.  En las excavaciones arqueológicas han aparecido muñecas articuladas, dados, cerámica y los niños en la Edad Media jugaban “a las batallas” por mencionar algunos ejemplos. Los juguetes también han definido los roles correspondientes a cada sexo marcados por las normas sociales establecidas en cada época. Los tiempos cambian y el ordenador, tanto como otros dispositivos han transformado nuestra vida cotidiana y la forma de jugar. Muchos padres aprovechan este interés para que los niños se beneficien de software educativo que apoye el proceso de aprendizaje de forma lúdica. ¿En qué medida resultan eficaces? La investigación es reciente y la respuesta resulta compleja, puesto que influyen muchos factores. Por una parte, el niño, el juego, y por otra si juega solo o acompañado de un adulto. Es importante que los contenidos pedagógicos sean sencillos, fáciles de comprender y adaptados a la edad del usuario sin descuidar la metodología didáctica. Estos son algunos de los criterios que sigue el jurado de expertos de La Sociedad para la Pedagogía y la Información (GPI) en Alemania a la hora de entregar los diplomas Comenius, concedidos a nivel europeo desde 1995 a aquellos materiales multimedia con valor educativo. Este reconocimiento, recuerda a Comenio, filósofo, teólogo y pedagogo nacido en la actual República Checa a finales del siglo XVI. Giga-Maus o Tommi también valoran la calidad de estos materiales.

La cuestión es que resulta complicado para muchos niños definir su propio plan de estudio salvo que estén especialmente motivados. Otra desventaja es que la mayor parte de ellos están diseñados para aprender en solitario, cuando parece que se obtienen mejores resultados al hacerlo en compañía. Tampoco hay que olvidar que aprender supone un esfuerzo y una elaboración por parte del sujeto, lo que parece quedar a un lado en estos juegos educativos. Hay padres que también se preguntan si sus hijos pueden convertirse en adictos al ordenador. En este caso, no parece que este tipo de juegos produzcan este efecto. Acaban siendo previsibles y tampoco invitan a jugar de forma intensa. Los niños acaban aburriéndose.  De hecho, las ventas han disminuido considerablemente en los últimos años, tal vez también  por aplicaciones que pueden ser descargadas con más facilidad en tabletas. No obstante, con carácter general los expertos recomiendan no permanecer jugando más de 45 minutos y ofrecer alternativas. La realidad virtual nos permite muchas posibilidades, pero no debemos olvidar que los libros y nuestra propia imaginación nos pueden llevar muy  lejos. 

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