jueves, 14 de enero de 2016

Altas capacidades

Actualmente se prefiere la utilización de este término para referirnos a los superdotados. Se calcula que uno de cada diez individuos presenta uno cociente intelectual (CI) superior a 130 si tomamos en consideración la media en torno a 100. Tradicionalmente, el interés se ha centrado en los sujetos con puntuaciones inferiores a la media. Sin embargo, desde 2003 se lleva a cabo una investigación del talento en el Centro Internacional de la Universidad de Munster en Alemania.

Tener una inteligencia superior no garantiza un rendimiento escolar óptimo, ya que éste depende de la interacción de diversos factores, tanto ambientales (la familia, la escuela, amigos…) y de rasgos personales (motivación, creatividad, constancia…) sin olvidar la competencia social que juega un gran papel. Es una paradoja, pero los alumnos con altas capacidades pueden presentar dificultades de aprendizaje. Pueden ser más sensibles a las contradicciones lógicas de la ortografía por mencionar algún ejemplo. Podemos decir que su cabeza va más deprisa que su mano o dicho en otras palabras, indicaría  un desarrollo asincrónico de la velocidad de procesamiento y la acción motora. A veces,  no han desarrollado buenas estrategias de aprendizaje por lo que encuentran dificultades en la gramática. No obstante, son capaces de compensar esas deficiencias de mejor forma que sus compañeros. Sin embargo, el alumno con altas capacidades pueden presentar un rendimiento escolar inferior que el de sus iguales. Si no recibe los estímulos adecuados, pierden el interés por aprender y eso les puede impulsar a comportamientos impropios en clase, ya sea convirtiéndose en el payaso del aula o actuando de forma agresiva. En el caso de las chicas pueden mostrar síntomas psicosomáticos como dolores abdominales o miedo al fracaso.

Como se ha indicado anteriormente el papel de los padres resulta fundamental especialmente a la hora de buscar un diagnóstico adecuado mediante un test de inteligencia objetivo. Esto permitirá que el niño pueda recibir la estimulación idónea para potenciar sus capacidades. Entre las opciones educativas,  se propone la escolarización adelantada, es decir, saltarse cursos o estudiar asignaturas de niveles superiores. No obstante, encierra el peligro de que su desarrollo emocional, social o motor no esté a la misma altura que su capacidad intelectual; algo que puede ocasionar otros problemas como el aislamiento social. Para evitar este tipo de situaciones otra opción sería el enriquecimiento. Continuarían en la misma clase pero profundizando en los contenidos, ampliando temas u ofreciéndoles el aprendizaje de otras lenguas. Una tercera vía es la que se propone en algunas escuelas como las que siguen el método Montessori en las que se mezclan alumnos de diferentes edades. Otros autores proponen un sistema de puerta giratoria en el que los alumnos abandonan la clase ordinaria algunas horas a la semana para trabajar en proyectos propios. Seleccionan temas de su interés que suelen ser diferentes a los que se tratan en clase y más complejos para su edad.


Si la familia juega un papel crucial también el profesor. Este no tiene que ser un intermediario de la transmisión de conocimientos, sino un potenciador de los procesos de aprendizaje del alumno. Se debe convertir en tutor. Con carácter general, ese tendría que ser el rol del maestro, no sólo con niños con altas capacidades, sino para todo el alumnado. No olvidemos que lo que puede beneficiar a estos niños también repercutirá en sus compañeros y, a la larga, en la sociedad en general.

martes, 22 de diciembre de 2015

Oriente frente a Occidente: cuestión de números


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) fundada en 1961 agrupa actualmente a 34 países. Es la encargada de analizar distintos aspectos relacionados con el bienestar en el  mundo globalizado en el que vivimos. Los informes relacionados con la educación suelen presentar resultados parecidos en los que se refiere a habilidades matemáticas de los alumnos. Encabezan la lista de mejor rendimiento los alumnos asiáticos, seguidos de países escandinavos y Canadá. Estados Unidos se sitúa en torno a la vigésima posición próximo a España. ¿A qué se pueden deber estas diferencias? Parece que hay una serie de factores que influyen como son la lengua, el entorno familiar y los métodos pedagógicos.

Empecemos por el principio. ¿Qué habilidades numéricas muestran los recién nacidos? Se ha observado que su atención aumenta cuando tras la habituación a tres elementos, les son presentados dos, especialmente, si el cambio se muestra con diferencias entre el brillo o el tamaño. No obstante, no se observan modificaciones en la respuesta al pasar de tres objetos a cuatro. Esta capacidad también se ha observado en primates. Un simio es capaz de seleccionar la caja cuya tapa tiene dos agujeros que contiene un pastel frente a la que tiene uno que estará vacía. En esa línea puede discriminar que seis es mayor que cuatro. Desde el punto de vista antropológico se han analizado grupos étnicos amazónicos cuyo lenguaje no dispone de numerales más allá de dos o tres. Se concluye que compartimos capacidades con otras especies que no están basadas en representaciones abstractas. Esto fundamentará el desarrollo matemático posterior. Tampoco se debe olvidar que los aprendizajes se producen en un entorno cultural concreto. Hasta los tres años, el rendimiento de los niños norteamericanos es similar a la de los chinos, sin embargo, a partir de los cuatro o cinco años, la balanza se inclina a favor de los orientales. Parece ser que aquí entran en juego los sistemas verbales de numeración. Tanto chinos como coreanos utilizan el sistema de base diez, es decir, dirían diez-ocho (18) o cuatro-diez-tres (43). Pensemos en los franceses que complican más la cadena verbal con soixante-dix (60-10) o quatre-vingts-dix (4-20-10). Esta forma retrasa el aprendizaje y se convierte en una fuente de errores sin contar la influencia que tiene en la manipulación mental de cantidades. No hay que olvidar que cuanto más rápida es la verbalización de los números es más fácil de retener en la memoria temporal sin que se limiten los recursos de atención disponibles como sucede en los occidentales.

Tradicionalmente, en Oriente se ha dado una mayor importancia a la aritmética, es decir, a “contar bien” y hacer operaciones.

No podemos cambiar nuestra estructura lingüística, pero sí está en nuestra mano potenciar la práctica de la aritmética desde el entorno familiar así como en la  promoción de políticas educativas favorables al aprendizaje numérico.  

viernes, 27 de noviembre de 2015

El efecto Mozart

Uno de los genios más influyentes de la música universal ha sido Wolfgang Amadeus Mozart que demostró su talento desde temprana edad. Por este motivo, a principios de los años noventa del pasado siglo, prestó su nombre a una observación realizada por Frances Rauscher y su equipo en la Universidad de California. En su estudio utilizaron la Sonata para dos pianos en Re mayor (Kv 448) de este compositor. A continuación se pasaba un test de inteligencia y los resultados obtenidos eran superiores a los del grupo control que no había escuchado la pieza. El entusiasmo de la comunidad educativa norteamericana no tardó en llegar. Instalaron altavoces en los colegios de Florida para que los alumnos escucharan a Mozart y regalaban un Cd a los recién nacidos en Georgia. Una de las premisas del método experimental es que los estudios deben ser replicados. Hubo algunos fracasos que abrieron  otras vías de investigación. Esto permitió descubrir que no sólo Mozart sino que la música de Schubert o Bach podían tener el mismo efecto así como las canciones populares o una lectura de Stephen King. En realidad todo dependía de las preferencias de los voluntarios.

Un aspecto que había sido olvidado en los estudios es la diferencia entre la percepción pasiva o la práctica activa de un instrumento. En una investigación llevada a cabo por el psicólogo Glenn Schellenberg de la Universidad de Toronto con  alumnos de primaria que recibían clases de piano, canto o participaban en el grupo de teatro, mostró que tenían una mejoría en el desarrollo intelectual. En cambio, los que tomaban parte en obras teatrales mejoraban en sus relaciones sociales de forma significativa.

Con la práctica musical en la infancia se observa una cierta superioridad intelectual que se manifiesta aún en la edad adulta. En realidad, lo que es probable es que cualquier tipo de enseñanza complementaria ejerce un efecto positivo.  Lo fundamental es que esas actividades extraescolares sean acordes  con las aficiones de los niños y nunca se conviertan en una carga extra a las obligaciones académicas. No olvidemos que los niños también deben jugar y hacer deporte

lunes, 9 de noviembre de 2015

Descubriendo el mundo

Tradicionalmente se ha pensado que el mundo de los bebés era algo pasivo y los estudios se centraban a partir de que el niño empezaba a pronunciar sus primeras palabras. Sin embargo, resulta sorprendente cómo empezamos a descubrir el mundo y, en este caso, cómo percibimos las intenciones de los demás desde los primeros momentos meses de nuestra existencia. Es tal vez en esa etapa cuando aprendemos  proporcionalmente más que en el resto de la vida.

¿Qué métodos utilizan los ciéntificos para investigar con los bebés? Principalmente, nos referiremos a tres: habituación o mirada preferencial para comprobar su reaccion ante las novedades y la imitación para ver su capacidad de repetir las conductas que han observado en un modelo.

Se ha podido observar que a los niños de seis meses eran capaces de sacar provecho de la observación previa y ejecutaban la primera fase de la secuencia de la acción llevada a cabo por un monitor y además, eran capaces de retener esa pauta hasta venticuatro horas después de producirse la situación experimental en función de las repeticiones que hubieran observado. Sin embargo los ejercicios propuestos deben ser interesantes para el bebé lo que implica la utilización de muñecos, peluches, sonidos o efectos de luz.

Los recién nacidos son capaces de aprender a producir efectos agradables por sí mismos mediante determinados movimientos. Giran la cabeza para mamar y ya atienden la voz de su madre frente a otras mujeres. Captan también la relacion entre sus movimientos y los efectos en el entorno. Otra cuestión sería si tienen consciencia de ser los causantes de esos efectos.

Antes de cumplir el primer año anticipan mentalmente los efectos de sus movimientos y utilizar su experiencia observadora para dirigir sus actos.  En ese momento desarrollan gestos comunicativos como señalar con la mano y atender a los gestos y las miradas de otros. Hacia los dos años reconocen las relaciones entre acciones y efectos, es decir, se dan cuenta de los cambios frente a una determinado efecto esperado.


La proxima vez que vean un bebé no olviden cuan interesante es el proceso por el que vamos descubriendo el mundo. 

miércoles, 14 de octubre de 2015

Una auténtica educación protectora

Se dice que los niños llegan con un pan debajo del brazo. En estos tiempos no siempre es así, pero lo que está claro es que no vienen con un Manual de Instrucciones para saber educarlos. La mayor parte de los padres intentan hacerlo lo mejor posible, pero es una tarea muy complicada que exige una gran responsabilidad.

Un aspecto importante es fomentar en ellos la independencia y la curiosidad. Desde el principio se traza un plan determinado con horarios de sueño, alimentación y juegos. Más tarde, se les ofrecen juguetes educativos adecuados a su edad. Sin embargo, cuando alcanzan la adolescencia, muchos padres se lamentan de ver que sus hijos son pasivos, carentes de ideas y de motivación. Manifiestan dificultades para planificar y organizar actividades por su cuenta. Ambas capacidades son fundamentales en el aspecto educativo a la hora de estudiar para exámenes o presentar trabajos. Da la impresión que los niños y los jóvenes esperan a que sean los demás quienes tomen la iniciativa por ellos. A veces les falta “chispa”.

¿Qué se puede hacer? Una buena respuesta sería la de ofrecer una educación protectora desde los primeros momentos de la vida manteniendo una independencia apropiada en cada etapa y transmitiendo otros valores como la solidaridad o el diálogo.

Hay que crear un vínculo seguro con al menos una persona de referencia desde los primeros meses. Generalmente suelen ser los padres. Ese primer vínculo emocional determinará en gran medida sus futuras relaciones con los demás.  Además, será el punto de partida para descubrir su entorno por propia iniciativa en un contexto seguro. Hacia los nueve meses, el bebé es el que da el primer paso mostrando objetos o señalándolos para llamar la atención del adulto. Por medio de esa atención compartida refuerza ese vínculo al tiempo que reclama una respuesta por parte de la persona de referencia. Ese contacto emocional resulta fundamental para el aprendizaje. Se ha comprobado como los niños aprenden más rápido una palabra si además la persona con la que ha establecido el vínculo se la dice con entusiasmo o le muestra el objeto.

Desgraciadamente, muchos padres “dejan” la educación de sus hijos a la televisión. Se ha observado que estos niños presentan un retraso importante en el lenguaje algo que se traducirá probablemente en dificultades académicas. Como se indicó anteriormente, sin dedicación emocional no se aprende. Dejar a un niño viendo dibujos animados en Inglés no va a garantizar que aprenda esta lengua si no interactúa en ese idioma. No olvidemos que el lenguaje implica comunicación.


Por otro lado, los métodos educativos dejan poco espacio a la exploración y al fomento de la curiosidad o la independencia. La mejor forma de contrarrestar estas carencias es la educación protectora y segura sin caer en la sobreprotección. 

jueves, 25 de junio de 2015

¡Felices vacaciones!


En 1985, Michael Argyle, miembro del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, publicó La psicología de la felicidad. En esta obra recoge los resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta ese momento en relación a un tema que siempre ha interesado al ser humano, y del que la Filosofía se ocupó de analizar durante siglos. La familia, los amigos, el éxito profesional, la salud…y el ocio al que dedica un capítulo como uno de los elementos importantes en la felicidad.

Las vacaciones son el momento para dedicarnos a hacer todo aquello que durante el resto del año no es posible por falta de tiempo. Sin embargo, no se debe confundir el ocio con estar ocioso, es decir no hacer nada. Hay que dedicar tiempo al descanso, pero es muy recomendable fomentar un ocio enriquecedor.

Tanto la ciudad como la montaña o la playa ofrecen la oportunidad de realizar todo tipo de actividades muchas de ellas en familia y al aire libre. Es una buena ocasión para recuperar esos juegos de mesa tradicionales guardados en los armarios cuyo valor educativo se relaciona con  capacidades como el lenguaje, el razonamiento, el uso de estrategias numéricas, coordinación visomotora así como el manejo de reglas o la interacción social. Practicar idiomas, visitar museos, hacer trabajos manuales, figuras de papel (papiroflexia), rompecabezas, juegos de ingenio, experimentos caseros, ir al cine, al teatro, tocar un instrumento musical, pintar, aprender a cocinar, practicar deportes, entre otras actividades, sin olvidar la lectura…

La naturaleza también ofrece la posibilidad de conocer la flora o la fauna (observación de aves, insectos) si se pasan las vacaciones en un pueblo o recordar en la playa lo que se ha aprendido sobre las mareas, los peces, intentar hacer nudos marineros… Lejos de la ciudad las estrellas se hacen más visibles y es posible con una buena guía ponerles nombre o disfrutar de la lluvia de estrellas conocida como las Lágrimas de San Lorenzo. ¿Qué mejor sitio para aprender sobre los animales que un zoo o sentir algunas leyes de la Física en un parque de Atracciones?

Especialmente,  si han aprobado el curso, a los niños les cuesta hacer cuadernos de vacaciones. Sin embargo, cuando el aprendizaje se realiza de una forma más amena y directa es una fuente de motivación.

Dentro de un par de meses con “la vuelta al cole”, los expertos dirán que hay que volver a la rutina de forma paulatina. Sin embargo, el resto del año, deberíamos comprometernos a no estar ociosos y dedicar más tiempo al ocio, pero al que nos aporta algo de verdad.



¡Feliz verano!

martes, 9 de junio de 2015

El Ciberbullying:una nueva forma de acoso escolar

Recientemente nos hacíamos eco en estas páginas de la triste desaparición de una joven en un instituto de Madrid que venía sufriendo episodios de acoso escolar. En esta ocasión analizaremos una nueva forma de maltrato en la que se utilizan los dispositivos móviles, internet o las redes sociales: el Ciberbullying. Evitar que estos episodios puedan repetirse requiere un trabajo de toda la comunidad educativa, las familias y los medios de comunicación.

Está claro que entran en juego procesos de desarrollo moral que deben ser revisados en el aula para evitar que un sujeto se convierta en ciberagresor socavando la dignidad de la víctima. Es fundamental convertir a los alumnos en protagonistas de la prevención para que aprendan a gestionar aspectos emocionales, conductuales y también cognitivos en lo que juicios morales se refiere.

El mundo virtual, en cierta forma, facilita el acoso debido a que no existen límites para llevarlo a cabo. Se puede hacer desde el anonimato y así se evita cualquier sentimiento de culpa o empatía hacia la victima, ya que no se observan directamente las consecuencias. Se la llega a ver como un objeto con el que puede hacer lo que quiera y permite llegar a una audiencia más amplia… En muchas ocasiones, los ciberagresores pueden disimular mejor su conducta que el agresor presencial. Es más complicada la detección de estas conductas por los adultos. El agresor manifiesta una posición de poder sobre el agredido quien alcanza un punto máximo de vulnerabilidad, ansiedad e indefensión aprendida  ya que le es más difícil defenderse de los ataques, puesto que no sabe cuándo pueden producirse. Generalmente, suele tratarse de alguna persona cercana a su entorno.

Es fundamental trabajar el acoso escolar tanto en su forma presencial como a través de las redes o Internet. Se puede recurrir a Hermanos Mayores o Cibermentores para educar en medidas de autoprotección y conocimiento del alcance de las redes debido, por ejemplo, a los peligros acerca de colgar ciertas  imágenes o dar información personal comprometedora, entre otros. Sería deseable que los padres supieran qué hacen sus hijos delante de la pantalla y que hubiese la máxima comunicación y confianza entre ellos para dar la señal de alarma ante cualquier problema.  También hay que estrechar los lazos entre las familias y el profesorado para llevar a cabo este proyecto común. El curriculum debe incluir un análisis de los contenidos virtuales en función de criterios morales relacionados con la empatía,  la concordia, el altruismo, la justicia, la reciprocidad, la cooperación, el respeto a los derechos de los demás, entre otros valores deseables relacionados con la convivencia. No se debe olvidar la realización de un protocolo donde se recojan también las medidas disciplinarias en caso que se produzca algún incidente y también la forma de reparación del daño.

Recordemos que no sólo la comunidad educativa se enfrenta a este problema, sino que cualquier persona puede ser víctima de esta nueva modalidad de acoso. Sin embargo, si la educación y la prevención se lleva a cabo desde las aulas, también el resto de la sociedad saldrá  ganando a corto plazo