martes, 9 de junio de 2015

El Ciberbullying:una nueva forma de acoso escolar

Recientemente nos hacíamos eco en estas páginas de la triste desaparición de una joven en un instituto de Madrid que venía sufriendo episodios de acoso escolar. En esta ocasión analizaremos una nueva forma de maltrato en la que se utilizan los dispositivos móviles, internet o las redes sociales: el Ciberbullying. Evitar que estos episodios puedan repetirse requiere un trabajo de toda la comunidad educativa, las familias y los medios de comunicación.

Está claro que entran en juego procesos de desarrollo moral que deben ser revisados en el aula para evitar que un sujeto se convierta en ciberagresor socavando la dignidad de la víctima. Es fundamental convertir a los alumnos en protagonistas de la prevención para que aprendan a gestionar aspectos emocionales, conductuales y también cognitivos en lo que juicios morales se refiere.

El mundo virtual, en cierta forma, facilita el acoso debido a que no existen límites para llevarlo a cabo. Se puede hacer desde el anonimato y así se evita cualquier sentimiento de culpa o empatía hacia la victima, ya que no se observan directamente las consecuencias. Se la llega a ver como un objeto con el que puede hacer lo que quiera y permite llegar a una audiencia más amplia… En muchas ocasiones, los ciberagresores pueden disimular mejor su conducta que el agresor presencial. Es más complicada la detección de estas conductas por los adultos. El agresor manifiesta una posición de poder sobre el agredido quien alcanza un punto máximo de vulnerabilidad, ansiedad e indefensión aprendida  ya que le es más difícil defenderse de los ataques, puesto que no sabe cuándo pueden producirse. Generalmente, suele tratarse de alguna persona cercana a su entorno.

Es fundamental trabajar el acoso escolar tanto en su forma presencial como a través de las redes o Internet. Se puede recurrir a Hermanos Mayores o Cibermentores para educar en medidas de autoprotección y conocimiento del alcance de las redes debido, por ejemplo, a los peligros acerca de colgar ciertas  imágenes o dar información personal comprometedora, entre otros. Sería deseable que los padres supieran qué hacen sus hijos delante de la pantalla y que hubiese la máxima comunicación y confianza entre ellos para dar la señal de alarma ante cualquier problema.  También hay que estrechar los lazos entre las familias y el profesorado para llevar a cabo este proyecto común. El curriculum debe incluir un análisis de los contenidos virtuales en función de criterios morales relacionados con la empatía,  la concordia, el altruismo, la justicia, la reciprocidad, la cooperación, el respeto a los derechos de los demás, entre otros valores deseables relacionados con la convivencia. No se debe olvidar la realización de un protocolo donde se recojan también las medidas disciplinarias en caso que se produzca algún incidente y también la forma de reparación del daño.

Recordemos que no sólo la comunidad educativa se enfrenta a este problema, sino que cualquier persona puede ser víctima de esta nueva modalidad de acoso. Sin embargo, si la educación y la prevención se lleva a cabo desde las aulas, también el resto de la sociedad saldrá  ganando a corto plazo


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