miércoles, 6 de mayo de 2015

Percepción y aprendizaje

Procesos como la lectura, la escritura y el cálculo son la base de la formación educativa y resulta indiscutible el papel de la percepción sensorial en estos aprendizajes. Si existen problemas más graves de visión o audición, es necesario recurrir a ciertas adaptaciones para adquirir estas destrezas. Pero, ¿qué ocurre con sujetos que presentan dislexia o discalculia? En estos casos, no existen alteraciones significativas en los órganos sensoriales y el desarrollo del niño es normal llegando a presentar un cociente intelectual por encima de la media.

Recordemos que el proceso de lectura requiere por parte de nuestros ojos la realización de unos movimientos llamados “sacádicos” que consisten en una especie de “saltos” o “sacudidas” dirigidos por el cerebro para realizar un “escaneo” ordenado de las palabras. Parece ser que los niños con retraso lector muestran mayores dificultades a la hora de controlar la atención de la mirada. De hecho, en estudios con jóvenes disléxicos de 20 años se ha observado un índice mayor de errores en pruebas en el laboratorio. Por este motivo, en la reeducación se trabaja con ejercicios en los que se tiene que fijar la vista en un punto mientras se intenta aumentar la amplitud visual sobre el renglón. Con un entrenamiento regular, el cerebro “aprende” a ejercer un mayor control disminuyendo los fallos en la lectura. Otra forma de adiestramiento que ha resultado eficaz es la de seguir con los ojos un símbolo que aparece en la pantalla cambiando de posición y aumentando la velocidad. Los resultados apuntan a que un dominio insuficiente de la mirada incide de forma negativa tanto en la lectura como en la escritura.

Otro aspecto muy analizado en la dislexia es el de la conciencia fonológica, es decir, la habilidad para diferenciar sonidos o sílabas parecidas en el lenguaje oral (como ba y pa). De hecho, resulta conveniente trabajar con los alumnos estos aspectos para mejorar su rendimiento en la lectura. La diferenciación de tonos o el reconocimiento de pausas sonoras resultan más complejas para niños con retraso lector. Nuevamente, los estudios muestran que el cerebro es capaz de mejorar estas capacidades con el adiestramiento adecuado, incluso en la edad adulta.

En la discalculia, es decir cuando aparecen dificultades para asimilar conceptos matemáticos y avanzar en el cálculo, tienen una gran implicación los procesos sensoriales. Para desarrollar el concepto de número y saber que una cifra refleja una cantidad concreta es necesaria la captación simultánea de cantidades. Se refiere a ser capaces de reconocer el número de objetos sin contar. Resulta curioso, pero algunos animales, en particular los cuervos, llegan a diferenciar hasta cinco elementos. Regresando al laboratorio, los sujetos con dificultades en el cálculo necesitan más tiempo y cometen más errores en esta tarea. No obstante, se ha visto como con el entrenamiento regular adecuado durante unas semanas, se observa una mejoría en la realización de esta prueba y, por consiguiente, en el rendimiento matemático.


Con esfuerzo y el entrenamiento adecuado podemos superar las dificultades y nuestro propio cerebro puede convertirse en un gran aliado.

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